
Desde su llegada a España, David
Moyes ha dado muestras de tener una personalidad muy particular, que choca en
algunos aspectos con nuestro acervo cultural. Uno de esos momentos llamativos
se vivió en el estadio de Anoeta, durante el partido Real Sociedad-Villarreal
de Copa del Rey. El técnico de la Real fue expulsado y decidió seguir el
partido desde la grada como un hincha más. Allí, con absoluta naturalidad, no dudó en pedirle una patata
frita a una joven aficionada, que se quedó atónica ante lo que le acababa de
sucederle.
El escocés se esfuerza por
adaptarse lo antes posible a nuestro estilo de vida, aunque no le está resultado
fácil, como ha reconocido en una reciente entrevista concedida a la BBC. Moyes
desveló que en Inglaterra estaba acostumbrado a compartir con los entrenadores
rivales una copa de vino a la conclusión de los partidos. Es una
tradición en la Premier, pero aquí no ha encontrado hasta el momento a
nadie dispuesto a tener una pausada charla con él. “He preguntado a algunos
entrenadores si querían tomar una copa de vino o una cerveza después
de los partidos, pero de momento no he encontrado mucho entusiasmo en
ellos. Ninguno ha querido venir a mi despacho y unirse a mí”, asegura con
cierto tono de resignación.
Esta costumbre británica es una de
las cosas que más echa de menos el técnico y prácticamente ha perdido la
esperanza de poder mantenerla en nuestra liga: “En la Premier los técnicos
estamos 20 minutos charlando tras los encuentros. No todo es fútbol. En
España, por lo que he visto hasta ahora,
el tiempo de comunicación entre los
entrenadores es muy limitado. Este trabajo es muy complicado y a veces es
agradable hablar con alguien que está en una situación similar”, comenta.
Sería interesante conocer la bodega
que tiene David Moyes, porque si fuera mínimamente parecida a la que poseía Sir
Alex Ferguson, tanto Escribá, como Valverde, Luis Enrique, Paco
Jémez, Garitano o Berizzo (los entrenadores que han visitado San Sebastián desde la llegada de Moyes) habrían perdido una ocasión única de degustar
algunos de los mejores vinos del mundo.
Ferguson, al igual que Moyes,
también acostumbraba a compartir con sus homólogos una copa de vino, siempre
de muy buena calidad. Sir Alex contaba con una espectacular colección
entre la que figuraban algunos de los más exclusivos y mejores vinos del mundo,
como Romanee-Conti (Borgoña), Chateau Petrus (Burdeos), Chateau d’Yquem
(Burdeos) o Sassicaia (Toscana). Ferguson, eso sí, subastó el pasado verano gran
parte de su colección –en total unas 5.000 botellas- por las que percibió
cerca de 3,6 millones de euros.