
No pretendo dar clases magistrales ni mucho menos moralizar. Mi único interés es compartir mis experiencias y mis reflexiones por si a alguien les pueden ser de utilidad.
He decidido inaugurar este blog hablando del vino Pruno, mi última adquisición. No voy a dar una nota de cata ortodoxa porque no soy un especialista en la materia, pero sí me considero capaz de evaluar un vino.
Tenía ganas de probar este Ribera del Duero, del que había leído críticas espectacularmente favorables de las añadas 2010 y 2012. El prestigioso crítico Robert Parker llegó a decir de él que se trataba del mejor vino de mundo relación calidad precio. Incluso, entre otros muchos elogios, llegó a calificarlo como un pequeño Vega Sicilia. Con estas referencias era casi obligatorio probarlo.
El Pruno que he encontrado en el mercado es de 2013. Este vino pertenece a Finca Villacreces, situada en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo, en pleno corazón de la Ribera del Duero. Está elaborado a partir de un 90% de uva tempranillo y un 10% de cabernet sauvignon y ha madurado durante 12 meses en barricas de roble francés.
Me ha atraído mucho el intenso color picota que forma su capa y los tonos violáceos del ribete. Es un vino denso y sus lágrimas tiñen las paredes de la copa. En nariz ofrece agradables aromas a fruta madura y matices de vainilla, que hacen que apetezca mucho beberlo. Sin embargo, en boca me ha defraudado. Su entrada es demasiado potente para mi gusto, con un punto de acidez más de la cuenta, que supongo que se irá atemperando con el paso de los meses. Además deja cierta sensación de aspereza en el paladar. En definitiva, estamos ante un producto de calidad, pero que está aún sin pulir. El precio de este vino oscila entre los 9,75 y 10,90 euros.
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